Lo que sucede durante los 1.000 primeros días de vida es muy significativo para tener una buena o mala salud en un futuro. Desde que se comienza la gestación hasta el nacimiento y dos años más tarde, es una oportunidad única para construir las bases de la salud futura. Incluso ya se habla que la alimentación que lleve la madre antes de quedarse embarazada también condicionará al bebé.
Esta etapa es única para el ser humano ya que el bebé crece una media de 2 cm al mes, el tamaño de su cerebro se multiplica por tres, su peso de nacimiento por 4, y se desarrolla completamente su sistema inmunológico.
Además, en esta etapa es cuando se desarrollan hasta el 80% de las capacidades cognitivas de un adulto.
Todos nacemos con una genética “que nos viene dada por nuestros padres”, pero puede ser modificada por factores externos como la nutrición. Con la alimentación tenemos la gran oportunidad de influir en la reprogramación de ciertos genes, ayudando así a prevenir futuros problemas cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2 o alergias alimentarias.
Durante el Embarazo, la madre debe seguir una alimentación variada y equilibrada, que le aporte los nutrientes necesarios tanto para ella como para el adecuado desarrollo del futuro bebé. Hay que comer pensando en que el bebé también tiene que alimentarse pero no por ello comer por dos personas adultas
Desde el nacimiento hasta los 6 meses: La leche materna es el mejor alimento para el bebé. Esta leche aporta todos los nutrientes que el bebé necesita, por lo que si es posible, se recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad. De no ser posible dar el pecho el bebé se alimentará con fórmulas de leche exclusivamente.
A partir de los 6 meses: Es el momento de crear hábitos de vida saludables. La leche puede seguir formando parte de la dieta, pero se aconseja introducir un alimento nuevo cada tres días para valorar cómo lo va tolerando y aceptando el pequeño. En primer lugar probaremos con cereales sin gluten, luego con gluten y más tarde frutas y verduras. Cuando el niño tolere estos alimentos se probará poco a poco a introducir alimentos nuevos. Siempre hay que seguir las recomendaciones del pediatra.
De modo general, sabemos que no hay que exceder la cantidad de proteínas en los niños y en cuanto al método de elaboración de los platos se recomienda la plancha, el horno y el vapor. Además, es muy importante incluir grasas de buena calidad como el aceite de oliva.
Entre los hábitos a la hora de comer de los más pequeños recomienda dejarles que poco a poco vayan ejercitando la cuchara para que coman a su propio ritmo. También es muy útil hacer presentaciones atractivas de los platos y no utilizar la comida nunca como recompensa.
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