viernes, 7 de octubre de 2016

¿Puede ser la comida la forma más lenta de envenenar a tus hijos? (By: Luna, Ángela y Beatriz).

En este artículo vamos a tratar un tema que, por desgracia, está a la orden del día acerca de la alimentación de los menores y, es que, es evidente que hay un grave problema si uno de cada tres niños españoles tiene exceso de peso siendo esta la cifra más alta en toda Europa y alcanzando, en Andalucía, el 22,5%. 

La sociedad de hoy en día ha de concienciarse de este incremento de la obesidad infantil y ha de plantearse la pregunta que hoy nos ha surgido: ¿cómo se puede conseguir que los niños coman de todo?



Pues bien, casi siempre vamos a la “ley de mínimo esfuerzo” y si el niño se niega a llevar una alimentación equilibrada, intentamos engañarlo para que, al menos, “ingiera alimentos saludables”; pero en esto no somos nosotros los genios, sino la publicidad, los famosos que lo patrocinan y, en general, las marcas de alimentación las cuales saben y, se aprovechan, de que a los consumidores nos falta cultura crítica y criterio. 

¿Alguna vez han escuchado la famosa marca de «Sojasun»? Sí, aquella que promueve el rechazo de la verdura en los menores y presenta como sustituto sus llamativos productos altamente procesados con una cantidad considerable de azúcar para así “consumir vegetales” en el comedor escolar.


Pues es así como jugar con los miedos naturales de los padres es una estrategia habitual de muchas de las empresas de la industria alimentaria más innecesaria siendo unos claros ejemplos las mal llamadas “leche de crecimiento” y los “batidos de refuerzo”.  Si las cosas se hiciesen bien, lo que implica entender la alimentación como un acto en el que se den la mano una nutrición adecuada y un disfrute necesario en la mesa, este tipo de estrategias no tendrían lugar. Y para ello vamos a dar 4 trucos para, al fin, lograr que nuestros niños coman de todo:
  •     En primer lugar, los padres han de establecer un hábito de comer bien en los niños desde que empiezan a hacerlo, manteniendo una rutina y atendiendo a los cambios que experimentan a cada edad.
  •       Para ello, en segundo lugar, los padres han de respetar las etapas y pasar del biberón al puré y del puré a los trocitos manteniendo siempre una duración aproximada en cada comida sin durar estas ni menos de 20 minutos (para que haya una buena digestión) ni más de 40 (para que no haya riesgo de que se produzca una manipulación por parte del niño a los padres a través de la comida).
  •       Para conseguir nuestro reto, la alimentación ha de ser variada sin utilizar para esto un sistema de recompensas ni una negociación niños-padres fuera de ser una dificultad concreta en la que, entonces, sí se podrá “premiar”, por ejemplo, dándole a elegir un postre entre una serie de opciones si ha sido capaz de superar sus miedos y ha probado algún sabor nuevo. Para esto, los padres han de predicar con el ejemplo incitando y haciendo de la colaboración en la cocina para los niños un método de entretenimiento. 



  •     Pero, finalmente, para conseguir todo esto hace falta invertir tiempo.  Tiempo para seleccionar los ingredientes, prepararlos, cocinarlos y presentarlos de tal manera que los platos resulten atractivos a la vista de nuestros hijos. Tiempo además, para educar; para transmitirles a nuestros hijos una necesaria cultura gastronómica y culinaria. Mientras no estemos dispuestos a asumir esto, la industria alimentaria encontrará en nosotros la victima ideal, ofrecida incluso, para hacer su agosto promocionando las peores alternativas, las suyas, mientras manipula la realidad a su antojo.


Por ello, para finalizar, hemos de ser conscientes de que “la comida que comes puede ser la más poderosa forma de medicina o la forma más lenta de veneno” y que, no lo decimos nosotras, sino Ann Wigmore. Así pues, hagamos de esta la mejor medicina para nuestros menores.



Para saber más acerca de este tema pueden entrar en:











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